martes, 15 de septiembre de 2009

Tercer encargo de taller: "El gran farellon".

Como es la tradición, cada año en el mismo día y a la misma hora. Las actividades cotidianas de día a día, se interrumpían en el “día de la conmemoración”.
Desde la mañana el ambiente se tornaba algo raro, lo que provocaba cierto nerviosismo. Era tal la expectación, que de poblados aledaños asistían al festejo. Era sin lugar a dudas el día más importante del pueblo.
Como era ya costumbre, la comunidad se agolpaba lentamente en la plaza central y cuando el sol se posaba en vertical, la marcha se iniciaba.
El paso era alegre y distendido, la marcha era pausada y permanente. Y lentamente, desde el horizonte comenzaba a asomarse “el memorial”, así lo llamaban algunos, otros le apodaban “la estructura”.
Lo que nunca estuvo en dudas fue la alegría y ritual que convocaba.
Con el paso del tiempo, lo único que se pudo saber de dicho ritual, era que en su interior se podía escuchar una pequeña música, un murmullo que era generado por la brisa que penetraba desde el poniente, desde el mar… desde el horizonte.
Hoy, un poco más cansado por el paso del tiempo les digo que era cierto… la única manera de saber que motivaba al pueblo en “el día de la celebración”, es solamente caminando en su interior...








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